Frutas, verduras y hortalizas

Aceituna: Es el fruto del olivo (Olea europaea), cuya especie originaria procede de Grecia y Asia Menor. Actualmente, su aceite es de gran importancia alimenticia y cosmética, siendo España su principal productor. Ya desde el mundo antiguo, Dioscórides reconocía su uso en la preparación de perfumes y sustancias medicamentosas que servían para aplacar el exceso de sudor y los dolores de estómago.  En la Edad Media, Hildegarda de Bingen lo recomendaba para fabricar un ungüento aplicado en dolores de corazón, de espalda y de riñones. Según los datos proporcionados por Claudio Gay, en Chile su cultivo fue introducido por Ambrosio de Rivera en 1560, y se difundió rápidamente desde Copiapó a Cauquenes. 

Agraz: Zumo de uva obtenido cuando la fruta aún está verde. También puede referir al agraz silvestre (vaccinium meridional), cuya planta es similar a los arándonos y posee reconocidas propiedades como antioxidante natural, resultado de sus altos contenidos de polifenoles. Procesados con miel, el zumo fue recomendado por Dioscórides para la inflamación de las amígdalas y sanar las aftas, las encías blandas y los oídos supurantes. Las Clarisas Antiguas de Santiago, por ejemplo, utilizaban este producto en la preparación de dulces y sorbetes para el tratamiento de las diarreas y las distintas afecciones bucales.  

Almendra: Fruto seco proveniente del almendro (Prunus dulcis), árbol caducifolio de la familia de las rosáceas. En la repostería española, las almendras han sido usadas tradicionalmente en la elaboración de turrones, mazapanes, tartas, helados, dulces y bebidas como la horchata; uso culinario que se trasplantó a América y a los monasterios femeninos a partir del proceso de Conquista. A principios del siglo XIX, Claudio Gay observaba: «Con ellas preparan muchas bebidas refrescantes, helados y varias clases de dulces para las cuales los conventos de las mujeres, sobretodo el de las monjas rosas, tiene mucha fama». En el siglo XII, Hildegarda de Bingen señaló que servían para aplacar diversas enfermedades por sus propiedades emolientes, entre ellas, el dolor de cabeza, la debilidad del hígado, los problemas pulmonares y las inflamaciones cutáneas.  

Betarraga: También conocida como acelga blanca, remolacha o beteraba, la Beta vulgaris es una especie de planta herbácea originaria de África y el Mediterráneo.  Su uso más común ha sido como hortaliza, principalmente cocida, aunque también se ha utilizado para extraer azúcar y colorantes. Según Claudio Gay, en Chile se intentó cultivar azúcar de remolacha a principios del siglo XIX, sin éxito.

Cidra: Fruto del cidro o citrón (Citrus medica), arbusto de la familia de las rutáceas originario de Asia. También llamado limón poncil, limón francés o toronja, ha sido considerado como el primer cítrico que se cultivó en Europa. En el mundo antiguo destacó sus propiedades terapéuticas, según constatan las descripciones entregadas por Plinio el Viejo y Dioscórides. Este último las denominó «manzanas médicas» o «manzanas pérsicas», recomendándolas contra venenos mortales, para relajar el vientre, para enjuagatorios bucales y para aplacar los antojos de las embarazadas. Por su parte, Hildegarda de Bingen advirtió que servían para detener la fiebre. 

Ciruela: Fruto del árbol homónimo (Prunus domestica), originario del Cáucaso, Anatolia y Persia. Dioscórides los aconsejaba para los dolores de estómago y las afecciones de las encías. Varios siglos más tarde, Hildegarda de Bingen los recomendaba para aliviar la tos. A principios del siglo XIX, Claudio Gay destacada la variedad de ciruelos que se cultivaban en Chile y la calidad de las frutas de la zona centro del país.

Durazno: El duraznero o melocotonero (Prunus persicus o Amygdalus persicus), es una especie de árbol del género Prunus, perteneciente a la familia de las rosáceas. Originario de Afganistán, China e Irán; fue llevado a Occidente por los romanos que lo tomaron como originario de Persia y así lo denominaron. Su fruto, el durazno o melocotón, contiene una única semilla encerrada en una cáscara dura, el «hueso». Normalmente de piel aterciopelada, posee una carne amarilla o blanquecina de sabor dulce y aroma delicado. A la variedad que no tiene piel aterciopelada se le llama nectarina, pelón o pavía. Según Hildegarda de Bingen, servía como purgante y desinflamatorio. A principios del siglo XIX, Claudio Gay advertía la abundancia de este cultivo en Chile.  

Damasco: Llamado también albaricoque, albergero o chabacano; el árbol del damasco (Prunus armenica) es originario de China y el Medio Oriente (Turquía, Irán y Siria principalmente). Dioscórides las llama «manzanas arménicas» y advierte su utilidad en las afecciones estomacales. Tradicionalmente, también se ha ocupado como demulcente de la piel y antiséptico en enfermedades respiratorias. Según Claudio Gay, con estos frutos se elaboraban «algunos dulces, pero no tan variados como en Europa». 

Frutilla: La fragaria (del latín fragum: «fragante»), es un género de plantas rastreras de la familia de las rosáceas, cultivado en diferentes lugares del mundo principalmente por su fruto comestible: la fresa o la frutilla. En nuestro país destaca específicamente la especie fragaria chiloensis, tempranamente conocida por los mapuches del centro y sur de Chile. Según Claudio Gay y sus observaciones de principios del siglo XIX, dicha especie se cultivaba en los campos, en los jardines y en las huertas, y era la primera fruta que se comía a principios del mes de diciembre. La distribuían los vendedores en las calles y también era costumbre ir a obtenerlas directamente en las distintas plantaciones. 

Granada: Nativo de oriente y las regiones mediterráneas, el árbol de la granada (punica granatum) fue introducido en Europa meridional y en España por los soldados romanos de Cartago, y en Andalucía por los árabes. Dio nombre a la ciudad que mantuvo la resistencia mora en la Península Ibérica, Granada, y con carácter emblemático pasó a constituir el escudo de armas de esa ciudad; ya desde 1492, formó parte del escudo de España. Desde la época de Plinio el Viejo y Dioscórides, sus frutos son reconocidos por sus múltiples propiedades terapéuticas: antiinflamatorias, antisépticas, astringentes y vermífugas (que tiene virtud para contrarrestar las lombrices intestinales).

Guinda o cereza: Pequeños frutos provenientes de varios árboles del género Prunus, principalmente del guindo (Prunus cerasus) y del cerezo o cerezo dulce (Prunus avium). Originario de la zona ubicada entre el mar Negro y el Caspio, a Chile llegaron a principios del siglo XVII y desde allí su cultivo se propagó desde Copiapó a Chiloé. Conocidas desde época temprana, Dioscórides señaló sus propiedades terapéuticas para curar la tos y las enfermedades del estómago.

Higo y breva: Frutos provenientes de la higuera (ficus carica), árbol caducifolio originario de Asia y perteneciente al género ficus de la familia de las moráceas. El higo se recolecta entre fines de agosto y principios de septiembre, mientras que la breva (de mayor tamaño) se recoge en junio. Experimentos científicos han demostrado que el higo fue una de las primeras plantas cultivadas por el hombre, con anterioridad al año 9.000 a.C. Su antigüedad y múltiples propiedades terapéuticas fueron advertidas tempranamente por Dioscórides: como frutos secos, los higos y las brevas eran nutritivos, caloríficos, provocaban sed, eran laxantes del vientre y adecuados para la garganta, la tráquea, la vejiga y los riñones, relevantes para los asmáticos, epilépticos e hidrópicos; cocidos, majados y aplicados en forma de cataplasma resolvían las durezas, la inflamación de las parótidas y otros ganglios. A principios del siglo XIX, este árbol alcanzaba en Chile un «grosor colosal» y producía gran cantidad de frutas de tres variedades diferentes: negras, moradas y blancas; de acuerdo a las observaciones de Claudio Gay. 

Lechuga: La Lactuca sativa, conocida comúnmente como lechuga, es una planta herbácea propia de las regiones semitempladas. Aunque sus orígenes son confusos, se piensa que su cultivo comenzó hace 2.500 años y que fue conocido por persas, griegos y romanos. Dioscórides la definió como «estomacal, un tanto refrescante, soporífera, molificativa del vientre, acrecentadora de leche». En el siglo XII, Hildegarda de Bingen advertía que las personas debían consumirla templada con eneldo, vinagra o ajo, para que así pudiese fortalecer el cerebro y favorecer la digestión. En Chile, su cultivo fue introducido con éxito desde comienzos de la época virreinal. Ya a comienzos del siglo XIX, la lechuga se producía en todo el territorio, de acuerdo a las observaciones de Claudio Gay. 

Limón: Es el fruto comestible del limonero (Citrus limon), árbol perenne originario de Asia y conocido por griegos y romanos. Se trata de un híbrido entre el Cidro (Citrus medica) y el Limero (Citrus aurantium). En la Península Ibérica su cultivo fue desarrollado a partir de la expansión árabe. A principios del siglo XIX en Chile, se cultivaban principalmente dos especies de limones, una agria y otra dulce. De esta última se elaboraban dulces, según Claudio Gay.

Manzana: Fruto del árbol homónimo (Malus domestica) proveniente de China y la región del Cáucaso; introducido en occidente por los romanos. Según Hildegarda de Bingen, la manzana era suave y fácilmente digerible, y servía para sanos y enfermos mientras estuviese cocida o asada. En Chile, este árbol fue conocido desde los primeros tiempos de la Conquista española, pues su semilla se adaptó rápidamente en distintas zonas del territorio. De acuerdo a Claudio Gay, a principios del siglo XIX existían más de nueve especies. 

Naranja: Fruto del árbol homónimo (citrus sinesis) perteneciente al género citrus. Originario de la India, Pakistán, Vietnam y el sureste de China; fue difundido en occidente a través de la expansión árabe. Según Claudio Gay (1880-1873) este árbol era común en Chile, pero solo en las provincias centrales se daban frutas de buena calidad. En Santiago de Chile, famosas por su tamaño y dulzor fueron las naranjas del Monasterio de Capuchinas de la Santísima Trinidad. Desde la antigüedad, estos frutos han sido destacados en el ámbito de la medicina por sus cualidades alcalinas y su alta concentración de vitamina C y minerales como calcio, fósforo, magnesio y potasio, ideales para fortalecer el sistema inmunológico. Sus flores blancas, llamadas azahar, tradicionalmente han sido utilizadas en cocina y perfumería a raíz de su intensa fragancia. 

Membrillo: Fruto del árbol membrillero o membrillo (Cydonia oblonga), especie de planta arbórea perteneciente a la familia de las rosáceas, originaria de la región del Cáucaso, especialmente de Irán y Turquía. Corresponde a uno de los frutos más utilizados por las monjas de clausura ubicadas en Santiago de Chile, por sus cualidades culinarias y terapéuticas. Según Dioscórides eran diuréticos y estomacales, útiles para celíacos, disentéricos y coléricos. En opinión de Hildegarda de Bingen, «cocidos o asados eran muy beneficiosos tanto para sanos como para enfermos». De acuerdo a Claudio Gay, los membrillos se utilizaban en Chile para realizar jaleas, mermeladas, confituras y jarabes, y también se secaban para hacer orejones (fruta deshidratada mediante calor natural), con los que se elaboraban bebidas refrescantes durante los meses de verano.

Nuez: Las nueces –frutos secos existentes en árboles como el castaño, el avellano y el nogal– no solo eran utilizadas por las monjas en la preparación de dulces y aceites para encender lámparas, sino que también, en la elaboración de pigmentos y barnices perfumados para decorar y aromatizar textiles y cerámicas. En el caso de Chile, las nueces provenían principalmente del nogal (Juglans regia), arbusto oriundo de Medio Oriente introducido tempranamente en Europa y transplantado a América en el siglo XVII. A principios del siglo XIX, de acuerdo a las observaciones de Claudio Gay, su cultivo se realizaba fundamentalmente en la zona central y en Chiloé. Así como el clavo de olor, la canela, el almizcle y el anís; las nueces tenían diversas propiedades terapéuticas tales como: cefálicas, cefálicas, nervinas, irritantes y penetrantes. 

Pera: Fruto de distintas especies del género Pyrus, integrado por árboles caducifolios conocidos comúnmente como perales. Originaria de las zonas templadas de Europa y Asia. En el mundo antiguo, Dioscórides advertía sus propiedades astringentes. Hildegarda de Bingen, por su parte, recomendaba cocerlo o asarlo para obtener sus propiedades terapéuticas y así poder ser utilizado en distintas afecciones, entre ellas, los dolores de cabeza. Hoy su uso es principalmente gastronómico, en la elaboración de compotas y mermeladas. 

Sandía o sandilla: La Citrullus lanatus es una especie de la familia de las cucurbitáceas, popular por el tamaño y características de su fruto. Es originaria de África y alcanzó gran difusión en distintas regiones de Asia. Es ciertos lugares de México hoy se recomienda para la malaria, el reumatismo, la gota y las afecciones renales. A principios del siglo XIX, Claudio Gay destacaba la gran cantidad de sandías que se comían en Chile y la extensión de su cultivo entre Copiapó y Concepción. 

Uva: Fruta obtenida de la vid (vitis), género con alrededor de sesenta especies pertenecientes a la familia de las vitáceas. La especie más importante es la vitis vinifera, originaria de Asia. En América, su introducción data de la Conquista española. En Perú, las primeras uvas fueron plantadas por Francisco Carabantes, quien las mandó a buscar a las Islas Canarias y cuyas semillas llevo Bartolomé de Tarazas hacia Cuzco. Se desconoce exactamente quien las introdujo en el Reino de Chile, pero se constata que para 1551 ya existían en Santiago (observaciones de Claudio Gay). 

Zanahoria: La daucus carota es una hortaliza originaria de Irán, perteneciente a la familia de las umbelíferas y conocida popularmente por su raíz. Hildegarda de Bingen en el siglo XII, la recomendó contra la disuria, la hidropesía y la pleuritis. A principios del siglo XIX, Claudio Gay destacaba su fácil digestión y su conveniencia tanto a los hombres como a los animales domésticos que la comían en grandes cantidades.